Operación policial en Saint-Denis. Cinco mil balas, para no hacer corto. Resultado: dos terroristas muertos
y ocho detenidos.
Los medios ofrecen seguir la
operación policial en directo, con información minuto a minuto, para que nadie se pierda el espectáculo. Lo de "presuntos terroristas" no es necesario, nadie cree que no sean culpables. El
barrio a vista de pájaro. Imágenes confusas de videoaficionados, no se ve mucho
pero se oyen disparos. Balas en la noche. Ruido, estruendo. Un recorrido por el
piso en el que se llevó a cabo parte de la operación, con todo lujo de detalles.
Daños estructurales, paredes derrumbadas, desconchones por doquier. El
espectador puede contar los agujeros de bala en las paredes. Que se vea también
cómo a uno de los detenidos se lo llevan descalzo y con el culo al aire.
Todo occidente en vilo. Éxito
total.
Tres días después, siete de los
ocho detenidos son liberados “sin que trascienda el motivo” (EFE). Sólo
permanece detenido el hombre que, al parecer, prestó su piso a quienes
cometieron los atentados.
Artículos escuetos en diarios, en su mayoría con
información de agencia. Breves reseñas en los informativos televisados. No hay
imágenes. No hay motivos, y por ende tampoco análisis de la información. La
noticia pasa desapercibida. No vayamos a pensar que han molestado y asustado a
todo un vecindario (no olvidemos que no habían avisado a ningún vecino, por si
corría la voz y los culpables escapaban), destrozado una vivienda, disparado
cinco mil balas y movilizado a todos los medios para finalmente quedarse con un “disculpen
las molestias, pueden irse”.
Todo occidente recuerda la
espectacular operación. El resultado, a nadie le importa. Éxito total.