A menudo se habla del perjuicio
que causan los medios al hablar de crímenes cuando el acusado resulta ser
inocente. Por mucho que se usen los términos “presunto” o “presuntamente”, los medios
crean opinión pública y, al sólo disponer de la versión de la acusación, la
reputación del implicado suele verse dañada.
Mayor impacto tiene este hecho
cuando el acusado se enfrenta a un jurado popular. Es el caso de los padres de
Asunta Basterra, que tan mediático está siendo recientemente. Cuando se
encontró el cuerpo de la niña en 2013 todos los medios se hicieron eco de la
noticia e incluso se dio paso a una auténtica guerra de audiencias.
Si un medio se centra en ganar la guerra de audiencias, quienes pierden son los
espectadores. Y es que, en lugar de buscar la verdad y ofrecer una información
de calidad, lo que priman es el morbo.
Ahora que el proceso judicial ha
comenzado, los medios parecen haberse centrado en analizar los pormenores del
juicio, especialmente las declaraciones de acusados y testigos. Un juicio que
se va a llevar a cabo mediante jurado popular; es decir, 9 personas que han
estado expuestas a ese “juicio paralelo” mediático, morboso e imparcial,
decidirán la culpabilidad o inocencia de los acusados.
Si bien se ha configurado el
jurado escogiendo a personas que afirman no haber seguido el caso en los
medios, ¿hasta qué punto es posible permanecer ajeno a esa contaminación
mediática? Un tema en torno al que se ha originado tal circo mediático acaba
saliendo, como poco, en alguna conversación entre familiares o amigos. Por
mucho que uno se mantenga al margen, la opinión pública está formada.
No es mi intención defender ni
condenar a los acusados. Pero sí lo es poner de relieve lo perjudicial que
puede ser convertir un crimen en un instrumento para aumentar la cuota de
pantalla. La muerte o el asesinato de un niño siempre va a generar conmoción;
pero jugar con ello para ganar audiencia es más que cuestionable. Los medios,
por su papel de difusión e interpretación de la información, tienen una
responsabilidad social que debería primar en estos casos tan delicados.