Cuando ocurre algún desastre de
gran magnitud (catástrofes naturales, atentados, etc.), obtener información precisa
sobre lo ocurrido no suele ser sencillo. En ocasiones los servicios telefónicos
no llegan o se colapsan, con centenares de personas intentando contactar con
sus seres queridos. En las redacciones de los medios, al darse este tipo de
sucesos de improviso, no siempre hay profesionales suficientes para lograr una
buena cobertura de los hechos.
En definitiva, por los medios tradicionales
es difícil mantener la comunicación y difundir información. Por ello, la
tendencia es recurrir a internet y, especialmente, a las redes sociales. Éstas
no sólo permiten comprobar si las personas afectadas están a salvo, sino que se
convierten en un auténtico canal de información: los testigos comparten sus
experiencias, se difunden imágenes y vídeos de lo que ocurre, los propios
periodistas informan en sus cuentas de Twitter…
Por supuesto, los medios también ofrecen
seguimiento online de la situación, porque la difusión y actualización de los
contenidos es inmediata y porque este canal permite además incorporar imágenes,
a diferencia de la radio. Y, en muchas ocasiones, se valen de lo que se publica
en las redes sociales para añadir información. Ahí es donde empieza el
problema.
Al informar minuto a minuto, el
tiempo para contrastar informaciones es más bien escaso. Y en las redes
sociales, no todo lo que sale a la luz en un momento de emergencia es veraz. Se
generan rumores, se comparten imágenes que no corresponden con la realidad (es
decir, tomadas en otro momento o lugar), se emiten juicios de valor… Todo eso
no puede pasar sin filtro y difundirse como verdad. Algunos medios optan por no emitir
la información hasta haberla contrastado adecuadamente, otros apostillan que hay
rumores sin confirmar y otros se arriesgan y lo publican tal cual.
Contrastar la información no sólo
es parte del trabajo del periodista, sino que es una de sus funciones
primordiales. Y es más importante aún su responsabilidad en momentos de
emergencia, puesto que el mundo entero (y especialmente las personas afectadas)
se vuelve hacia ellos.
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